viernes, 27 de septiembre de 2013

La Diada, conmemoración de una derrota española (y II)



(viene de una entrada anterior)


Mientras tanto, y antes de la muerte de Carlos II, el rey francés Luis XIV auspició el Primer Tratado de Partición, firmado en La Haya en 1698, en la que se repartían el imperio hispánico a espaldas de la propia afectada, España. No nos enteramos de nada.

Pero hete aquí que el heredero José Fernando se muere antes de cumplir los siete años, en 1699, para sorpresa de unos y congoja de otros. Vuelta a empezar con los enredos sucesorios.  Todas las potencias europeas empujando, de nuevo, para que su candidato fuera el mejor posicionado en la salida. Todos a la gresca con el cuchillo entre los dientes.

Debido a la muerte del imberbe heredero, se firma el Segundo Tratado de Partición también a espaldas de España. En aquella época, incluso siendo potencia, (y ahora no siendo nada también), nos manipulaban y manejaban las demás potencias a su antojo, qué calamidad. Con este segundo tratado el heredero al trono hispano era el Archiduque Carlos y,   en compensación, a Francia se le otorgaban todos los territorios italianos de España y Guipúzcoa. Esto hizo cabrear a Austria que reclamaba todos los territorios españoles y a la propia corte española. Y todo esto sin que aún hubiera muerto el rey embrujado.

Aquí, en España digo, se creó por el Cardenal Portocarrero un partido bávaro a favor del niño José Fernando, pero cuando murió el chiquillo la iniciativa del partido se inclinó hacia el candidato francés. Y así, nació también el partido francés. Cosas de españoles. Está en nuestro ADN dividirnos en dos para todo tipo de temas. Así somos, así nos va.

Como decía, ya muerto el chaval heredero, el moribundo Carlos II, justo un mes antes de su muerte, firmó otro testamento que dejaba como heredero de todo el imperio al franco Felipe de Anjou. Así aseguraba la integridad de la monarquía católica y  la unidad del territorio imperial; y ello, a pesar de las cuatro guerras que  había mantenido con el vecino Luis XIV (Guerra de Devolución (1667-1668), Guerra de Holanda (1673-1678), Guerra de 1683-1685 y Guerra de los Nueve Años (1688-1697)).

Con la aceptación del testamento por parte de la rama francesa se rompía de facto el Segundo Tratado de Partición firmado con Inglaterra y las Provincias Unidas (Países Bajos). Cosa normal y aceptable para unos y muy cabreante para otros. El cabreo iba por barrios.

El rey de Francia, Luis XIV, ante una asamblea formada por la familia real, altos funcionarios y diplomáticos extranjeros presentó a su nieto como el Rey de España y le dijo algo que dejó atónitos a todos los presentes: “Sé buen español, ése es tu primer deber, pero acuérdate que has nacido francés, y mantén la unión de las dos naciones; tal es el camino de hacerlas felices y mantener la paz en Europa.”

Esto, junto con que el mismo monarca hizo una declaración formal de conservar el derecho a la sucesión al trono francés de su nieto Felipe, abrió las puertas a una eventual unión de ambos reinos y a la violación del propio testamento de Carlos II, que prohibió expresamente la unión de sendas coronas.

Al mismo tiempo, Luis XIV, mandó ocupar unas plazas de los Países Bajos Españoles debido “al poco entusiasmo de los Estados Generales de los Países Bajos españoles por jurar al duque de Anjou como rey de España”. Y se quedó tan pancho.





(Continúa en una próxima entrada)



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jueves, 26 de septiembre de 2013

Los políticos. Nuestra cruz.



¿Qué podemos hacer contra la estupidez de los políticos? No cabe duda que cuando un ser humano con dos dedos de frente y sentido común se sienta en la poltrona del poder, algo pasa en su cerebro, cortocircuitos de ver a un chófer inclinándole de cabeza, y se produce un formateo de todo lo que tenía ese ser de honrado, transparente y cabal.

Y no me refiero a un político en concreto, qué va, me refiero a todos. A todos les pasa lo mismo. Todos se distorsionan. Todos se pierden en el camino. Supongo que contentar a todos los ciudadanos cuando se está al frente de una institución pública será muy difícil, y más si enfrente estamos los españoles, que nos caracterizamos por estar siempre descontentos con todo, pero de ahí a volverse gilipollas hay un trecho muy largo, que, desgraciadamente, nuestros políticos recorren más rápido que Usain Bolt.

Es que no hay por dónde cogerlos.

Rajoy parecía un tipo íntegro y honrado. Era tan aburrido y tan gris que no podía nadie creer que estuviera metido en algún lío. En comparación con él, Jack Lemmon en el Apartamento (B. Wilder, 1960) era Pocholo en Ibiza.

Pues resulta que el hombre ha estado, bien por acción bien por omisión, permitiendo la financiación ilegal del mayor partido que existe actualmente en España. El partido que gobierna el país, la mayoría de las comunidades autónomas, la mayoría de Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales, no puede estar siendo financiado por parte de empresas privadas de una forma opaca y fuera de la legalidad, quiero decir, ilegalmente. No debería, al menos.

Si esto es así, y el partido de la oposición tampoco le va a la zaga (todavía recordamos los casos Filesa, BOE, entre otros de la era felipista y los actuales ERE), el sistema está completamente podrido. Hay unos señores que entregan cantidades ingente de dinero para esperar favores de concesiones administrativas públicas. Si no ¿para qué iban a entregar dinero? ¿Les caía tan bien el Sr. Bárcenas que necesitaban darles unos dineritos? Anda chato, toma, para que te tomes una a mi salud.

Si los señores del PP, y también del PSOE, recibían “esos  dineros”  por hacer su trabajo, ya de por sí bien remunerado, que se puede esperar que hagan con los jueces que intenten investigarlos. Si existe falta de escrúpulos para una cosa ¿a caso no los olvidarán para el resto si les conviene?

Al juez que pretendía llevar a Rita Barberá y a Camps al banquillo por el caso Noós, ya le han dicho que nanay de la China. Tararí que te vi con pedorreta incluida. Y eso que no hemos hablado de la Corona. ¿Qué creéis que pasará con el Juez del caso Noós? Ya lo está vigilando, parece ser que el CNI. Recientemente le han sacado en fotografías tomándose un cafelito con una abogada de las partes procesales. También el tío es listo.

¿Qué pasará con el juez Ruz que investiga el caso Bárcenas? ¿Por qué la Fiscalía Anticorrupción que debería ser absolutamente neutral se opone a que Rajoy, Rato y Mayor Oreja declaren como testigos? ¿No sería bueno para todos aclarar de una vez lo que pasa y depurarlo?

Pues como digo todo está podrido y corrupto. Ya no sabes en quién confiar tu voto. Tenemos los ciudadanos un sentimiento de orfandad terrible. No existe un líder que nos dirija hacia un punto estratégico que veamos que ayudaría a todos los españoles salir de la crisis por igual. Aquí, las diferencias entre pobres y ricos cada vez es mayor. Cada vez son menos y más ricos los unos y, por otro lado, se engrandece el número de personas que dependen de beneficencia. Los políticos y las grandes empresas no ven mermados sus patrimonios y los trabajadores con nóminas, desempleados y los jubilados cada vez tienen menos dinero y menos esperanzas.

Si los que  confeccionan los presupuestos vieran que hay partidas que no solo no hay que dejar como están sino que hay que aumentar (me refiero a investigación, concretamente) y que otras se pueden ir reduciendo para compensar como gastos a la Corona, partidos políticos, administraciones autonómicas, etc., todo sería más fácil para los españoles de a pie. Pero se empecinan en bajar las pensiones con el factor de sostenibilidad, hacer pagar a los jubilados sus medicamentos, subir el IVA, y un etcétera que conocemos todos.

Otro ejemplo de la idiotez de nuestros políticos la podemos advertir, verbigracia, en Artur Mas. Con su descabellada idea de independizar la región catalana del resto de España va a perjudicar a muchos de los ciudadanos de aquella comunidad. Ya lo han comunicado varias empresas, como la Editorial Planeta, pero la que ya está moviendo hilos para largarse de allí es Volkswagen que ya tiene diseñado el abandono de Cataluña para establecerse en Madrid. Según el Confidencial desde 2010 son ya más de 1.000 las empresas que han dejado Cataluña para instalarse en la capital de España. Gracias Arturito, eres un crack.

Mientras tanto, los grandes patrimonios siguen tributando al 1% con las SICAVs (Sociedades de Inversión de Capital Variable). Ni Zp ni Rajoy han cambiado la forma de tributar de estos productos destinados a los muy ricos, entre ellos, claro está, también la Iglesia. Cuyo ejemplo más importante es Finanzas Querqus, SICAV, SA, propiedad de los Hospitalarios de San Juan de Dios. Precisamente, Querqus ha decidido invertir en bolsa y lo más llamativo es en dónde ha depositado su confianza y sus fondos. Según la auditoría de la empresa Doloitte del año 2011, la Iglesia a través de Querqus invirtió en la empresa Mediaset (propietaria de Tele 5, esa cadena tan escrupulosa con sus contenidos), Grupo Prisa (dueña de El País, Ser y Canal + entre otras),  las bodegas Barón de Ley y, por supuesto, en el propio Banco Santander con el que existe una excelente relación.

Otro dato curioso. Según un informe de J.P. Morgan, los grandes bancos mundiales han comprado el 75% de las deudas soberanas (con un desplome de los inversores minoristas), es decir, las oligarquías financieras, esas que se aprovechan de las diferentes burbujas se están adueñando de los fondos de los Tesoros Públicos y así manejan a su antojo a los políticos. Estos se convierten en dependientes estructuralmente de los grandes bancos. Y se dejan, que es lo peor.

Como digo, los políticos, en general, corruptos, con el sentido común huyendo despavorido en cuanto juran sus cargos, y decidiendo con esa iluminada agilidad mental que la clase media, esa que levanta a un país, se desplome hacia la escasez, es la que nos gobierna. Por ello, pediría a todos lo que puedan o quieran que el día de las próximas elecciones no voten a los representantes de los partidos tradicionales. Esos que están acostumbrados a repartirse el poder ya no nos valen. Ahora dejen paso a otros para ver si es posible el cambio.


Espero que esos nuevos políticos  conserven un poco el sentido común. No es imposible, existen ejemplos. Fíjense en el Papa Francisco. Está haciendo que hasta ateos lo miren con buenos ojos.



martes, 24 de septiembre de 2013

La Diada, conmemoración de una derrota española (y I)



Hace poco se celebró en Cataluña la Diada. El 11 de septiembre. Y como siempre en esas fechas, y este año 2013, más que nunca, se instaba desde las más altas instancias del poder regional a la independencia de Cataluña. Artur Mas, presidente de la Generalidad, celebrando ese día como el día de la patria catalana decía que pronto se convocará un referéndum para preguntar a los ciudadanos si querían ser independientes. Porque yo lo valgo.

Estando así las cosas, y haciendo más ruidos los nacionalistas que otras veces, deberíamos abordar el tema para ver si es verdad aquello que proclaman y si está justificado todo lo que reclaman.

Para ello necesitaríamos hacer un poco de historia.

A finales del siglo XVII reinaba en toda España (en todas las Españas deberíamos decir ya que también englobaba las de ultramar y muchos territorios de Europa) Carlos II de la Casa de los Habsburgo. Debido a sus constantes enfermedades y a su infertilidad, el Hechizado, pues así era socarronamente llamado por sus súbditos, siempre tan dispuestos a la chismorrería y los chistes, no dejó descendencia a la que poder legar su acaudalado trono. Y eso, si para un rey era cosa importante, no lo era menos para la nación que regía y para sus futuros súbditos.

Los años anteriores a su muerte, expiró en noviembre de 1700, la cuestión sucesoria del Imperio se convirtió en asunto internacional. España con todas sus colonias era un botín que no podían dejar escapar las otras naciones europeas. A todos los monarcas reinantes los ojos les hicieron chiribitas y empezaron a salivar profusamente ante la posibilidad de quedarse con un trozo del pastel. Eran perros de caza y la presa era una huérfana España.

Al principio, existían dos posibles familias con derecho a reclamar la corona española, la casa de los Borbones y la de los Habsburgo, ya  que el Rey de Francia Luis XIV (Borbón) y el emperador Leopoldo I del Sacro Imperio Romano Germánico (Habsburgo) estaban casados con infantas españolas, hijas de Felipe IV. Los candidatos eran a la izquierda y vistiendo camisola azul y representando a Francia, Felipe de Anjou, y a la derecha del ring con camisola blanca y representando a Alemania, el Archiduque Carlos. Que comience el combate.

Dado que el pobre Hechizado no conseguía tener hijos ni aunque copulara con monjes rezando a su vera, ni mejoraba su salud con los exorcismos, decidió unos años antes de morir nombrar heredero a José Fernando de Baviera. Así se calmaran las ansias europeas, pensó. Esta era una tercera opción que nada tenía que ver con las anteriores y que era apoyada por las otras dos potencias europeas del momento, Inglaterra y Países Bajos.

Ingleses y holandeses veían con malos ojos las dos opciones primeras. Sus intereses peligrarían si el heredero era de la rama Borbónica ya que haría de España y Francia un eje católico y una potencia hegemónica de tal tamaño que los barrería de la escena internacional. Igual sucedería si se decantaba por algunos de los hijos de Leopoldo I ya que resurgiría un imperio semejante al de Carlos I de España y V de Alemania. Francia, obviamente, tampoco disfrutaba mucho con esta opción ya que de repetirse el eje España - Austria, volvería a verse aislada como entonces.

Siendo el chaval José Fernando de Baviera el mejor candidato para los cortesanos españoles y el que menos amenazas representaba para el resto de potencias europeas, su elección como heredero tranquilizó las europeas aguas regias.


(sigue en una próxima entrada)




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lunes, 16 de septiembre de 2013

Relaxing cup of dimisiones



Ya han transcurrido unos días.  Ahora puedo hablar del tremendo bluf que  ha sido la no elección de Madrid  como sede olímpica. He dejado pasar unas jornadas para no hacer una entrada llena de mala idea. Y no es porque me doliera la designación de Tokio en detrimento de Madrid, puesto que yo prefería cualquier otra a la ciudad española, sino por la actuación de nuestros políticos.

El movimiento ideado por el entonces alcalde Gallardón para que, parece ser, por cansancio otorgaran a Madrid dicho honor, ha costado a las arcas del Estado la friolera de 6.500 millones de euros (hay medios que hablan de 8.000 millones). Tantos millones en hacer proyectos, invitar a los miembros del COI, pedir asesoramientos de personalidades “expertas” y otros gastos como publicidad, folletos, comidas, viajes (¡¡¡a Buenos Aires fueron más de 300 personas!!!), hoteles, ropa, etc. Para mí, siguen siendo muchísimos millones, más de lo éticamente aceptable.

Esos ocho mil millones gastados con dinero público en las tres fracasadas intentonas, equivalen a lo que tenía pensado el Estado recaudar por la última subida del IVA. Yo que soy autónomo, y el resto de ciudadanos, porque les repercute directamente en el precio de cualquier producto que compran, hubieran preferido, estoy convencido de ello, que nos no hubieran subido el impuesto y que Gallardón se hubiera quedado quietecito en su palacete de Ayuntamiento cuando se le ocurrió semejante idea.

Pero él no podía o puede quedarse quieto. Según el diario El Mundo, Gallardón cuando era alcalde multiplicó por 5 la deuda de Madrid en comparación con la de su antecesor, Álvarez del Manzano. Las obras de la M-30 costaron al final unos 6.000 millones de euros, según Juan Bravo, antiguo concejal del PP, aunque no afiliado. El Ayuntamiento, en época de Gallardón se gastaba al año 52 millones de euros en alquiler de oficinas, teniendo otras propias infrautilizadas. En la reforma del nuevo Ayuntamiento se gastó más de 500 millones, según la oposición. Según el diario El Confidencial, solo el despacho que se proyectó Gallardón, costó la friolera de 24,5 millones de euros. Y claro, se le ocurrió brillantemente la idea de que Madrid fuera sede olímpica.

Pero el pufo de la designación del COI a Tokio no solo nos ha provocado pérdidas económicas. También políticas, tanto dentro como fuera de España, y también sociales.

Después de la “exitosa” intervención de la Alcaldesa Ana Botella con el ya muy famoso “relaxing cup of café con leche” y otras perlas, han sido numerosos los periódicos extranjeros que se han visto “obligados” a reflexionar sobre lo que ha pasado en España. Muchos han examinado con lupa a nuestros políticos, en concreto a la Sra. Botella, aquella a la que nadie votó y todo el mundo sospecha por qué está ahí. Los periódicos extranjeros no han dejado títere con cabeza.

Desde lo fastuoso del Ayuntamiento, hasta lo de su mayordomo, pasando por sus dotes lingüísticas y su poca preparación en general, hacen que la alcaldesa de la capital de España haya sufrido un fuerte revolcón público. Ya incluso se le cuestiona desde dentro del PP (precisamente por Esperanza Aguirre, la única que de vez en cuando discrepa en ese partido). Pero, como digo, fuera de nuestro país también la han puesto a caldo. El diario alemán Der Spiegel no daba crédito que el palacio que ahora es su Ayuntamiento haya costado más de 500 millones de euros, que su despacho fuera más grande que el del Presidente de los Estados Unidos, que tuviera un mayordomo solo para servirle el café y que tuviera 260 asesores personales y altos cargos que cobran de media 60.000 euros. Igualmente el Ayuntamiento, continuaba el corresponsal, posee además 267 coches oficiales de uso personal, más que todas las capitales de la eurozona juntas. La alcaldesa de los discursos preparados, la llaman.

Y, como consecuencia de todo esto, del descrédito ocasionado a España en el exterior (en el interior ni lo cuestionamos pues ningún político lo tiene) y de la pérdida de tantos millones y millones por el indecente capricho de unos megalómanos políticos que atienden más a sus egos que a las necesidades de los ciudadanos, ¿qué es lo que pasará? Pues la respuesta es bien sencilla porque siempre es igual. Nada. Nunca pasa nada. Da igual que en Andalucía se roben miles de millones de euros destinados a los desempleados y que dos políticos en Madrid decidan, porque creen que tienen derecho a todo, que pueden dilapidar más de 6.000 millones de euros de todos los españoles. Da igual, repito, no pasa nada. Porque ¿alguien ha pedido la dimisión de Gallardón, que continúa siendo Ministro (cuestionado por abogados, fiscales, funcionarios y jueces) y la de Ana Botella (también cuestionada)? No lo he escuchado en ningún foro ni lo he leído en ningún periódico, pero alguien debería alzar la voz y pedir que esos derrochones se vayan a sus casas. ¿Acaso no ha sucedido nada, todo sigue igual?

 Tristemente, en este anestesiado país nadie alza la voz.










Imagen sin copyright por Shokunin para Open Clipart

viernes, 6 de septiembre de 2013

Jubilarse para morir (aquí o en Japón)





En la película de Akira Kurosawa, ¡Vivir! (Ikiru 1952) tras la muerte del personaje principal Watanabe, los compañeros y amigos del difunto acuden al sepelio. Allí descubre el espectador que estos  no han aprendido la lección, que nada cambia, y que todo vuelve a la absurda normalidad tras la muerte de Watanabe, el único que sí quería cambiar para mejorar algo. Después el pesimismo se apodera del público al ver tan clara la enseñanza del egoísmo de los hijos frente a los padres, en su declive vital, y al apreciar la corrupción de los políticos hambrientos de poder.

Pues al igual que esos personajes que reiteran  sus fallos, nuestros políticos vuelven a cometer los mismos errores cuando intentan vendernos, una y otra vez, que sus medidas son en beneficio de nosotros. Los políticos, en cualquier época y en cualquiera de las distintas culturas que habitan la Tierra, son en la práctica iguales.  Iguales de malos, claro.

En muestra de esa ansia de poder, nuestro gobierno quiere cambiar, una vez más, el sistema para el cálculo de pensiones. Factor de sostenibilidad lo llaman. Nos da otra vuelta de tuerca más. Todo ello con el último fin de abonar a los jubilados cada vez menos dinero. Han creado un sistema político que no se sostiene y lo tienen que mantener a costas de  los más desprotegidos, los jubilados. Y todas estas buenas ideas, para intentar salvar sus privilegios señoriales. De ahí su nombre, sostenibilidad, pero para ellos.

En su momento, ya nos habían retrasado el año de jubilación. Con la actual ley, progresivamente está pasando de los 65 años a los 67. Pero algo que no se decía mucho era que antes de este cambio para el cálculo de tu pensión final, te sumaban todas tus bases reguladoras de los últimos quince años (180 meses en los que habías cobrado más) y te la dividían entre 210. Después del primer cambio esa suma de años cotizados ya no eran de quince años, ahora va progresivamente de 192 meses (16 años) a 300 meses (25 años) y la cantidad resultante de esa suma te la dividen entre 224 el año 2013 y va progresando hasta el año 2022 en la que se dividirá entre 350. Por lo cual si a un número de años le vas aplicando un divisor cada vez mayor, el número resultante, obviamente, cada vez, será menor. Y si encima, el dividendo le vas aumentado años (que en principio debería ser beneficioso), pero esos años a medida que se incremente la antigüedad el valor es menor (ya que al principio de nuestra carrera laboral ganamos menos que al final), pues el resultado es siempre menor. Es decir, cobraremos muchísimo menos que nuestros padres jubilados.

Pues no conforme con ello, ahora con este factor de sostenibilidad quieren que se haga otro cálculo más. A partir de la aprobación del nuevo sistema de cómputo, se hará una estimación de vida de los jubilados. Y cuanto más años se viva, menos se cobrará. Es decir, adecuar la pensión a la esperanza de vida. Te esfuerzas para llegar a la jubilación, que llegas como puedes, y una vez retirado te quitan el dinero por estar sano. Si vives muchos años jubilado te matan de hambre.

Está claro que ya eso de cuidarse para llegar a vivir lo más posible es para pensárselo puesto que, a este paso, cada vez menos va a merecer la pena llegar a la jubilación.

Por supuesto, con esto  lo que también pretenden es que cada uno nos hagamos un plan privado de jubilación. ¡Cómo si todo el mundo pudiera afrontar ese gasto! Y así las grandes aseguradoras también hacen sus negocios.

Por supuesto, a los políticos esto ni les toca, ni de refilón. Porque como sabéis, para que un político se pueda jubilar con el 100% de su pensión, no tiene que cotizar como nosotros ahora 35 años, y en el 2027, 38 años y medio. No, que va. Ellos no son como el resto. Forman una casta privilegiada. Ellos con 7 años cotizados como diputados, ya se pueden retirar con el 100% cuando cumplan la edad reglamentaria.

Pero no queda ahí la cosa. Suponiendo que tú o yo tuviéramos unos sueldazos que cotizáramos por el máximo tendríamos un tope máximo para cobrar la pensión. Actualmente para el año 2013, cualquiera de nosotros, por mucho que hayamos cotizado no podríamos cobrar más de 2.548,12 euros mensuales de pensión.

Pero ellos no, ¡por favor! A ellos no se les aplica el tope máximo. Ellos que tienen sueldos de más de seis mil euros al mes, con complementos de todo tipo, con viajes gratis, tabletas, portátiles, conexiones a Internet gratuitas y otras chucherías, podrán cobrar como pensión por lo que hayan cotizado. Y os puedo asegurar que excede de los 2.548,12 euros mensuales.

Lo que está claro para esa casta privilegiada es que los jubilados no políticos estorban. No son productivos, se llevan dinero en pensiones y, para más inri, consumen recursos de la Seguridad Social. ¡Qué desfachatez!

Y es que, nuestros políticos, parece ser que al igual que otro personaje que da el título a otra película del fantástico director japonés, Barbarroja, (Akahige, 1965) entienden que su profesión de dirigentes (en la película, la de médicos) son como guías espirituales que, llegados el caso, deberán ayudar a los ciudadanos a morir cuando sus artes no puedan ir más allá.

Por eso según los políticos, y así lo dijo el ministro de Finanzas japonés, Taro Aso (por supuesto, multimillonario con más de 70 empresas, entre ellas un banco), y que es extrapolable al pensamiento de nuestros políticos patrios,  la principal obligación de los jubilados es “darse prisa en morir”.










Image courtesy of (Stuart Miles) FreeDigitalPhotos.net

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Estigmatización de la pobreza.






El otro día, Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, acusó a los que recibían ayudas sociales de malgastar el dinero en Internet. En realidad lo que quiso decir y luego explicó es que si están recibiendo dinero de ayudas cómo es que se lo gastan en conectarse a la red. Pero, la lectura entrelíneas de lo que dijo, obviamente es una interpretación personal, era algo así como que qué es esto de que esa gente que recibe ayuda sociales puedan opinar tanto. Las personas que reciben ayudas no deben opinar,  aceptan las ayudas y se callan. No pueden estorbar.

Los políticos y sobre todo ciertas personas pertenecientes a esa clase que se autodenomina media acomodada, y de ahí vienen muchos políticos, tienen fobia a otras clases “inferiores”. Consideran que esas clases trabajadoras desperdician los recursos del estado y les culpan de todos los desordenes, delitos y crisis existentes. El “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” es una clara acusación a esos que no han tenido la agudeza mental de no gastarse más de lo que no tenían. Los males que padece el Estado actualmente son achacados a los que no tenían el poder de decisión. Otro ejemplo es cuando aquel político dijo que las prestaciones sociales se las gastaban en televisiones de plasma, o cuando Duran y Lérida (sí, Lérida) dijo que en otros sitios de España, en alusión a  los andaluces y extremeños, recibían el PER para irse al bar de pueblo a pasar la jornada. ¿Y qué me decís de la hija del político Fabra, también diputada, diciendo en sede parlamentaria “que se jodan” cuando se hablaba de los recortes a los parados? Como veis ejemplos existen miles.

Es acritud con esta clase (especialmente con los ninis[1]  en España o los Chavs[2] en Inglaterra que son descritos como los que van vestidos en chándal de marca, teléfonos móviles con Internet y joyas de oro) no pretende otra cosa que debilitarla y endemoniarla para que poco a poco se vayan creyendo todas esas ideas y cada vez puedan solicitar menos ayudas. Esa desacreditación también sirve para que la clase media con pensamiento de superioridad, pero cada vez más empobrecida y, por tanto, más cerca de la clase baja, se crea que va  diferenciándose de esos obreros o de esos que no han trabajado nunca. Si la clase obrera toma conciencia que no son merecedores de nada, se les podrá ofrecer trabajos en la hostelería, por ejemplo, por 400 ó 500 euros echando más de 12 horas. Entonces, según su lógica ¿Para qué gastar los recursos del Estado en prestaciones sociales o en  hospitales si no se las merecen?

¿Para qué vamos a ayudar a esas personas si la situación en la que están se las han buscado ellos solos? De hecho, nuestros políticos y empresarios afirman públicamente que mucha gente no trabaja porque no quiere. Que si hay que irse a China, Inglaterra o Alemania a trabajar que se va y punto. Nada más lejos de la realidad. No todo el mundo puede costearse los viajes para acudir a aquellos países que ofertan trabajos. En España difícilmente se habla inglés, por lo que alemán y chino ni lo mencionamos. Y esto ¿se debe a la culpa de los padres que no pudieron pagarles a sus hijos clases en colegios privados donde enseñaban esos exóticos idiomas o a un deficitario sistema de educación diseñado por profesionales de la política? Solo los hijos de personas pudientes terminan las carreras con los conocimientos de chino, alemán y hablando perfectamente inglés porque fueron a colegios elitistas o disfrutaron de foráneas vacaciones. Y aquellos que pueden reunir algún dinero para costearse el vuelo, llegan a esos países y tras hacer lo que pueden para sobrevivir y  gastarse los pocos ahorros se tienen que volver con una mano delante y otra detrás.

¿Por qué hemos llegado a este punto, donde una clase por su origen mira por encima del hombro a otra hasta el punto de hacer chistes, denigrarla o burlarse de ella? Ese racismo de clases tiene su origen en la deslocalización de las industrias. Las grandes empresas, nada comprometidas socialmente con el entorno donde estaban ubicadas, se han marchado a países como la India, China u otros países asiáticos donde es más barato fabricar, dejando desempleada y desamparada a millones de personas en Europa. La espiral del todo vale por ganar más, en su versión más cruel, hunde a la larga a un país. La venta de empresas del Estado por parte de Felipe González, Aznar y los siguientes presidentes, también han contribuido a esto. En Inglaterra se cerraron las minas y se cortaron muchas ayudas sociales por Margaret Thatcher y ahora algunos políticos de aquél país dicen que se deberían esterilizar a los que tengan más de un hijo y que reciban ayudas sociales.

Pensamientos como estos, justificados por el dato económico que todo lo puede es lo que nos lleva al racismo, xenofobia y otros males mayores. ¿Por qué en vez de esterilizarlos no les quitamos simplemente las ayudas o por qué no le pintamos una estrella de David amarilla por ser creyentes de otra religión? Por eso cada vez hay más gente que no quiere ir a votar a las elecciones, cada vez somos más los que no creemos en los políticos y en los sindicatos y cada vez somos más los que nos quedamos en casa. Pero, desgraciadamente, el permanecer en el sofá el día de las elecciones o el de una movilización les da la razón. Nos prefieren mudos y quietecitos en casa.

Todo  esto es producto de los malos políticos y de los empresarios desmedidos y de su conciencia del todo vale. Y en cierto punto, es verdad, o al menos nos creemos que es así. Las inmorales políticas que promueven las grandes empresas se nos venden como necesarias y justificadas por la situación económica actual (véase por todas la nueva ley de energía donde se sanciona con millones de euros a los que pretenden ser autosuficientes, como si los políticos fueran dueños del Sol). Lo peor es que estos grupos mercantiles al dominar y financiar a los medios de comunicación, a los mismísimos políticos y a expertos o científicos, consiguen que esas peregrinas ideas tengan calado en la opinión pública y muchos las aceptan como válidas.

Desgraciadamente todas estas fechorías de los políticos, al final,  les salen gratis. ¿Por qué? Porque no  tienen miedo a los ciudadanos. Los políticos solo tienen miedo a los que se organizan y se reúnen en torno a unos intereses. Por eso se quiere atajar rápidamente a Sánchez Gordillo, no vaya a extenderse la idea y la situación se descontrole. Por eso no se quiere hablar de que existan “clases sociales” que es mejor que cada uno avance por su cuenta, con su propio esfuerzo. El individualismo como religión política debe imponerse. No vayan a unirse y nos acechen.

Se quiere acabar con la clase trabajadora para que humillados aceptemos cualquier limosna que nos quieran dar por trabajar jornadas inhumanas. Volvemos al Londres Dickensiano siglo XIX o al campo retratado por Delibes en los Santos Inocentes con el señorito y sus desprecios.

Los dirigentes (empresarios primero y políticos después) quieren siempre más del pastel. No sacian su hambre. Solo nos regalan las migajas y quieren ir poco a poco dejando a esa clase sin horizonte por el que pelear y sin posibilidad de mejorar. Para  que todo se reduzca en mandar ellos, obedecer los otros y enriquecerse los mismos. Así la izquierda política, si no tiene qué defender y si encima se une, como en Andalucía, al festín del despilfarro (por no decir otra palabra) del dinero público, dejaría de tener fuerza en las urnas y los de siempre, los que han mandado desde tiempos feudales, tendrían más tiempo el poder oficial. A la larga la izquierda política dejaría de existir por no tener razón para ello, ni a quién defender.

Todo este escarnio no pretende otra cosa que denigrar a los trabajadores y hacerles creer que se merecen y deben aceptar su pobreza y así, que poco a poco vayan renunciando a las ayudas sociales y a sus derechos por vergüenza de verse estigmatizados por esa desdicha de haber nacido con esa tara social, ser pobres.




[1] Jóvenes que ni estudian ni trabajan.
[2] En el libro “Chavs: La demonización de la clase obrera” (Editorial Entrelíneas, autor Owen Jones) se describen a los equivalentes a los ni-nis en Inglaterra.











copyright de la imagen: http://mx.ibtimes.com/articles/27668/20120911/ninis-estudio-ocde-mexico-porcentajes.htm