Ayer la presidenta del Círculo de Empresarios dijo
que a los trabajadores que no estuvieran cualificados se les deberían de pagar
menos que el salario mínimo interprofesional.
Esta empresaria, que según las noticias publicadas
en prensa se jacta de aplicar las medidas liberales también a sus hijos,
poniéndole multas cuando llegan tarde o incumplen alguna tarea doméstica, dice
que hay que dar trabajo desigual a la desigual formación.
También dijo que España es un país
anti-empresarios porque los políticos y gobernantes están divorciados con los
creadores de riquezas. “Como ganamos más que ellos, no le gustamos” afirmó.
Ya que ella
hace distinciones de personas según formación, yo también opinaré según
mi criterio y sentido común. En principio, a ciertas personas con un nivel tan
bajo de empatía no se les debería tener como referente de nada ni representar a
nadie. Es más, a personas con síntomas de psicopatía como ella (la psicopatía
es un trastorno antisocial de la personalidad que se caracteriza porque los
enfermos no muestran empatía ni remordimientos) deberían tratarlas y poner en
cuarentena sus afirmaciones.
Una persona que no es capaz de ponerse en la piel
del que esté enfrente no puede ir dando lecciones de economía ni política.
Vivimos en un mundo y en un país altamente social, donde los unos dependemos de
los otros. Los seres humanos tendemos a relacionarnos entre nosotros, a
participar afectivamente de las realidades de otras personas con las que nos
relacionamos y parece ser que, según estos empresarios, que esto no debería ser
así.
Según ellos, ciertos trabajadores tienen menos
derechos que otros y, por supuesto, casi ninguno si los comparamos con los
empresarios. Es más, para estos últimos, con aquello de salir de la crisis, es
para lo que se está legislando, sin, aparentemente, importar las consecuencias.
Con comentarios de este nivel parece que los empresarios quieran vivir en su
burbuja o en su torre de marfil sin infectarse con el resto de seres
inferiores.
Porque, según esta señora, eso de ganar un salario
mínimo es un privilegio al que no pueden optar todos los trabajadores. Los que
no hayan estudiado no tendrán ese ‘premio’ de vivir con 645,30 euros al mes. Un
auténtico chollo, oiga.
Pero señora, ¿qué hacemos, si admitiéramos su
teoría, con los que no han estudiado porque no han podido costeárselo? ¿Tienen
culpa de haber nacido en familias más humildes? ¿Qué hacemos con los que han
tenido que dejar de estudiar para cuidar un familiar enfermo? ¿O con los que han sido despedidos por culpa de la
crisis creada por ciertos empresarios? ¿Qué hacemos con los que han intentado
ser empresarios como usted y se han visto obligados a cerrar sus empresas y
quedándose sin dinero? ¿O con los que se gastaron el dinero del paro por querer
ser emprendedores? ¿O con los que simplemente no los contrata nadie por tener
cierta edad? ¿Son culpables estas personas de todas las circunstancias que
rodean sus vidas? Recuerde señora que no todas las personas han tenido la suerte
de nacer en familias acomodadas como la suya (Esta señora es bisnieta del
fundador de la compañía ferroviaria Talgo, sobrina del ex presidente de
Iberdrola e hija de un reconocido arquitecto).
En el momento de la burbuja inmobiliaria, cuando
todo iba bien en este país de locos, no escuché a esta señora decir nada cuando
contrataban a todos los trabajadores sin cualificar. Cuando ciertos empresarios
se enriquecían de un día para otro, no se quejó de que existieran trabajadores
sin estudios. Es más, les gustaba incluso que los inmigrantes acudieran a
pedirles trabajo. Eran más baratos que los señoritos españoles.
Cuando todo iba bien y cada empresario ganaba
pequeñas fortunas no se quejaban del nivel de formación de los trabajadores. Ahora
que ganan menos estos empresarios quieren subir como sea su nivel de ingresos. Aún
a costa de los trabajadores ya muy mermados económicamente.
Pues si entonces se aprovecharon de estas personas para enriquecerse ahora
también tienen que seguir sufriéndolos o valiéndose de ellos para continuar con
su vida de empresario/a.
Porque, aunque le pueda extrañar a esta Señora,
los empresarios por muy liberales que se crean también tienen responsabilidad
social con el resto de ciudadanos y con la comunidad en general. Si usted se
enriquece aprovechándose de personas sin estudios (no sé por qué me ha
recordado a las preferentes de Blesa firmadas a clientes confiados) tendrá que
pagar un precio, o al menos, revertir cierta de esa riqueza a la comunidad que
le hace vivir tan bien.
Es por eso, y por una simple regla de tres, que lo
mismo que usted puede, y no se lo discuto, pedir que se baje el SMI yo también
puedo pedir que se suban los impuestos a los empresarios que más ganan. Incluso
podría pedir que estuviera limitado el dinero que un empresario pudiera ganar.
Que el resto de lo que gana tuviera que reinvertirlo en su empresa, en los
trabajadores o en la sociedad. Que la diferencia existente entre el trabajador
que menos cobre de su empresa y el que más, ya sea el director o el gerente, no
sea más de cinco o seis veces. ¿No es
más lógico? Si las riquezas del empresario provienen de la sociedad ¿no le debe
este algo a la misma?
Pero aparte de todos estos argumentos, le haría una
pregunta muy simple ¿ha intentado vivir usted con los 645,30 euros al mes y aún
así quiere rebajarlo? Lo dudo.
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