miércoles, 5 de marzo de 2014

Doblando la esquina



El paro ha bajado en el mes de febrero, el primero desde 2007. Ya había bajado antes en otros febreros, pero se habla más de la tendencia actual.

Todos nos congratulamos de esa noticia, sobre todo los contratados y sus familias. El gobierno no cabe en sí de gozo, es natural. Piensa y así lo afirma, que la reforma laboral, tan cuestionada por la oposición y sindicatos, está teniendo éxito. Y tienen razón. La reforma laboral está propiciando esos contratos.

La oposición se alegra también, pero con la boca pequeña. Dicen que la reforma laboral no está sirviendo porque esos contratos son en gran medida temporales. Y tienen razón. La mayoría de los contratos son por unos meses. Concretamente el 91% de los nuevos contratos son temporales.

Los sindicatos protestan enérgicamente por los datos del empleo. Afirman que con la reforma laboral los trabajos conseguidos, que a su juicio son pocos para el precio que llevan aparejados, son precarios. Es decir se está pagando muy poco, sueldos mínimos, que normalmente conllevan horas extraordinarias sin pagar. Que se han despedido a trabajadores que tenían un contrato a jornada completa de ocho horas y se ha sustituido por un contrato temporal y a tiempo parcial, la mayoría de cuatro horas, y que con las horas extras que hacen y no le abonan, se convierten en casi las ocho horas de la jornada. Y también tienen razón.

Pero ¿Qué país estamos creando, qué estructura económica va a quedar cuando el huracán de la crisis pase y nos miremos los unos a los otros? No existe en España prácticamente ninguna industria que impulse nuestra economía. La industria es la que más empleo destruye. Continúa perdiendo trabajadores la industria de la construcción, como no, y la manufacturera. En esta industria es donde se encuentran los puestos de trabajos más estables y con mejores sueldos. Es la que los expertos llaman el núcleo duro del mercado laboral. Lo mismo sucede en las actividades financieras y de seguros que han perdido casi quince mil trabajadores. El sector bancario ha eliminado del mapa español numerosas sucursales y con ello miles de empleados se han visto en las colas del INEM. No tenemos más “industria” que la Administración Pública (Educación ha visto incrementado sus trabajadores) y esa no puede ser el motor económico de un país. No somos Cuba, pero tampoco existe un tejido empresarial acorde con las circunstancias. Nuestros empresarios no apuestan por los trabajadores, todavía están recelosos. Antes de contratar a una persona prefieren esperar.

En días anteriores afirmaba grandilocuentemente el Gobierno que el país  había doblado el Cabo de Hornos de la crisis. El archipiélago de la Tierra del Fuego había quedado atrás, pero a esa afirmación le respondía  Christine Lagarde aseverando que lo máximo que había doblado España ha sido la esquina. Que queda todavía un largo trecho y también muy duro con nuevas reformas laborales.

Son muchos los parados y de larga duración lo que conllevará un gran período de tiempo, políticas innovadoras y empresarios valientes para poderlos colocar nuevamente donde se merecen.

Lo que está claro es que cuando el huracán pase no quedará un país como estaba antes del temporal, donde los hijos tenían mejores expectativas que sus padres, donde existían muy buenos sueldos y una gran clase media. Cuando la crisis amaine nos daremos cuenta que no somos una potencia económica encuadrada entre los veinte mejores países del planeta. Volveremos a ser, como en siglos pasados, un país mediocre, con mucha pobreza, con unos cuantos señoritos y dependiendo de los demás países.

Espero de todo corazón estar equivocado. Nada me alegraría más.









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