El paro ha bajado en el mes de febrero, el primero
desde 2007. Ya había bajado antes en otros febreros, pero se habla más de la
tendencia actual.
Todos nos congratulamos de esa noticia, sobre todo
los contratados y sus familias. El gobierno no cabe en sí de gozo, es natural.
Piensa y así lo afirma, que la reforma laboral, tan cuestionada por la
oposición y sindicatos, está teniendo éxito. Y tienen razón. La reforma laboral
está propiciando esos contratos.
La oposición se alegra también, pero con la boca
pequeña. Dicen que la reforma laboral no está sirviendo porque esos contratos
son en gran medida temporales. Y tienen razón. La mayoría de los contratos son
por unos meses. Concretamente el 91% de los nuevos contratos son temporales.
Los sindicatos protestan enérgicamente por los
datos del empleo. Afirman que con la reforma laboral los trabajos conseguidos,
que a su juicio son pocos para el precio que llevan aparejados, son precarios. Es
decir se está pagando muy poco, sueldos mínimos, que normalmente conllevan
horas extraordinarias sin pagar. Que se han despedido a trabajadores que tenían
un contrato a jornada completa de ocho horas y se ha sustituido por un contrato
temporal y a tiempo parcial, la mayoría de cuatro horas, y que con las horas
extras que hacen y no le abonan, se convierten en casi las ocho horas de la
jornada. Y también tienen razón.
Pero ¿Qué país estamos creando, qué estructura
económica va a quedar cuando el huracán de la crisis pase y nos miremos los
unos a los otros? No existe en España prácticamente ninguna industria que impulse
nuestra economía. La industria es la que más empleo destruye. Continúa
perdiendo trabajadores la industria de la construcción, como no, y la
manufacturera. En esta industria es donde se encuentran los puestos de trabajos
más estables y con mejores sueldos. Es la que los expertos llaman el núcleo
duro del mercado laboral. Lo mismo sucede en las actividades financieras y de
seguros que han perdido casi quince mil trabajadores. El sector bancario ha
eliminado del mapa español numerosas sucursales y con ello miles de empleados
se han visto en las colas del INEM. No tenemos más “industria” que la
Administración Pública (Educación ha visto incrementado sus trabajadores) y esa
no puede ser el motor económico de un país. No somos Cuba, pero tampoco existe
un tejido empresarial acorde con las circunstancias. Nuestros empresarios no apuestan
por los trabajadores, todavía están recelosos. Antes de contratar a una persona
prefieren esperar.
En días anteriores afirmaba grandilocuentemente el
Gobierno que el país había doblado el
Cabo de Hornos de la crisis. El archipiélago de la Tierra del Fuego había
quedado atrás, pero a esa afirmación le respondía Christine Lagarde aseverando que lo máximo que
había doblado España ha sido la esquina. Que queda todavía un largo trecho y
también muy duro con nuevas reformas laborales.
Son muchos los parados y de larga duración lo que
conllevará un gran período de tiempo, políticas innovadoras y empresarios
valientes para poderlos colocar nuevamente donde se merecen.
Lo que está claro es que cuando el huracán pase no
quedará un país como estaba antes del temporal, donde los hijos tenían mejores
expectativas que sus padres, donde existían muy buenos sueldos y una gran clase
media. Cuando la crisis amaine nos daremos cuenta que no somos una potencia
económica encuadrada entre los veinte mejores países del planeta. Volveremos a
ser, como en siglos pasados, un país mediocre, con mucha pobreza, con unos
cuantos señoritos y dependiendo de los demás países.
Espero de todo corazón estar equivocado. Nada me
alegraría más.
Copyright de la imagen http://espana2000valladolid.blogspot.com.es/2010_10_01_archive.html
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