Semana Santa. ¡Santa Semana! No hay dónde cojones
aparcar por mi casa. Cada día me tengo que hartar de dar vueltas para poder
dejar el coche. Y todos los años lo mismo. Pesadilla.
Pero ¿por qué tanto entusiasmo de la gente? No
entiendo esa muchedumbre que va a ver las procesiones como van al teatro o a la
plaza de toros. No entiendo a esos que
dicen ser católicos, pero que se pasan las leyes religiosas por el arco de sus
triunfos.
Porque no nos engañemos la gran mayoría de los
católicos españoles, gracias a Dios, son católicos de pacotilla o de boquilla,
como queráis llamarlos. (Luego explicaré por qué eso de gracias a Dios).
Y ¿por qué digo esto? Verán, aunque en el fondo ya
lo saben:
Esos católicos de pacotilla, los que se
autoproclaman como ‘católicos no practicantes’ pasan olímpicamente de las
cánones religiosos. Porque una vida llevada a rajatabla con la imposición de
esas leyes y dogmas sería muy aburrida y sobre todo muy distinta.
Así que es mejor blasfemar e insultar cuando
alguien te provoca con el coche no poniendo los intermitentes que quedarse
callado. Poner la otra mejilla cuando te insultan o te pegan es quedar como un
cobarde así que al menos se insulta, para que se vea nuestra valentía y
desahogarnos. ¿Amar al prójimo? Que lo haga Gandhi o el de “Autopista hacia el
Cielo” (que mayor soy) porque el prójimo bien que me putea cuando puede. Dar de comer al hambriento es un engorro y si
se plantean, en su defecto, darle dinero a un mendigo, lo primero que piensan
es que será para drogas y es la escusa perfecta para retener esas monedas en el
bolsillo.
No comer carne cuando me apetece es una lata, pues
ya me había hecho a la idea de zamparme una butifarra y una berza con ‘pringá’,
así que la vigilia me la salto, total nadie me ve. A misa, ese evento al que
acuden cada vez más personas mayores, prefiero no ir. Tener que aguantar a un
tío que no conozco disfrazado y echándome la bronca por algo que él no sabe ni
si quiera que he hecho me fastidia sobremanera. ¿y encima todos los domingos?
¿Estás loco? Iré cuando no me pueda escaquear.
Y que me decís eso de rezar cada día. Ahí hay de
todo, pero la gran mayoría se le olvida o solo acude a ella cuando está
desesperado y tiene un problema que no sabe cómo resolver.
Tener relaciones sexuales solo en el matrimonio y
exclusivamente con la intención de procrear es un medieval. De esta forma nos
inventamos las relaciones extramatrimoniales o anteriores al matrimonio, las
extraconyugales, la homosexualidad, el sexo anal, oral y como no, la
masturbación. ¡Todo esto es mejor que lo que glorifican las directrices de la Iglesia!
¿Cómo dice Señor Obispo? ¿Qué no use
preservativos? ¿Piensa usted que yo voy a estar tan loco para arriesgarme a
tener un hijo ahora que estoy a punto de salir del Instituto? ¡Vaya por dios!
¡Ni loco!
Como vemos ser católico de verdad sería, aparte de
muy engorroso y aburrido, algo como ser un fanático de la iglesia. O lo que es
lo mismo, para ser un católico ortodoxo necesitaríamos ser unos fanáticos
religiosos y ser entusiastas de unas leyes divinas de más de mil años de
antigüedad que nada tienen que ver con los actuales sistemas de vida.
Porque ahora que vivimos en una sociedad digamos democrática,
las imposiciones de la Iglesia son eso, obligaciones que nos imponen los de
arriba vestidos de negro, púrpura y blanco (inmaculado, por supuesto). Porque
para ser católicos de verdad tendríamos que adentrarnos y convivir en una
organización esencialmente jerárquica en donde no existe la democracia y donde
no importa lo que opinen los de la base. Dentro de la religión (y ahora hablo
de todas) no caben los valores democráticos. Las cúspides religiosas ven la
realidad desde un prisma totalmente categórico, dictatorial. O perteneces o no.
Con nosotros o hereje.
Esa contradicción en la que viven los no
practicantes viene dada por los sistemas más o menos democráticos en los que
conviven y por el principio de la relatividad operante que les hacen creer que
esas religiones se pueden desarrollar
con principios democráticos. Como si los creyentes pudieran escoger qué
mandatos divinos cumplir y cuáles no. Y no es así. Cuando yerras o incumples pecas
y si pecas serás castigado por un dios vengador.
No nos engañemos, los católicos no practicantes
podrán esgrimir que ellos hacen con sus vidas y con la religión lo que quieran.
Y es cierto, pero no es menos cierto que eso no se debe a que sean religiosos o
que practiquen la religión católica, sino porque viven en un estado democrático
que es el que permite la disparidad de argumentos y distintas formas de
vislumbrar la realidad. Y lo de opinar de forma dispar también es por nuestro
sistema democrático porque discutir con Dios es, a parte de imposible, absurdo;
ellos mismos le han dado la categoría de infalible.
Por todo esto las religiones crean problemas en
las democracias. Esos religiosos que quieren que el resto de los ciudadanos
piensen o crean como ellos y están convencidos de que si alguien osa incumplir
sus ideales religiosos el Estado (que parece ser que no es de todos sino de
ellos) les debe ayudar para sancionar al pecador. Eso es lo que pretenden los
católicos más ortodoxos con el aborto, que el Estado se encargue de las pecadoras. Actualmente en
España ocurre lo mismo con la nueva ley de Educación que quiere implantar Wert.
Ahí está la Iglesia haciendo lobby para introducir sus materias en la educación
pública. Tratando de imponer sus propios y característicos pareceres a toda la
comunidad. Por imposición. Y, tristemente, en el fondo tienen lógica. Ellos
solo responden ante Dios, que existan personas que discrepen les trae al pario.
Por esto, cuando hablaba de esos católicos de
pacotilla decía que eso de gracias a Dios, porque los prefiero con sus
incongruencias y intolerancias a los fanáticos religiosos que anhelan
imponernos a todos sus dogmas, sus
sacramentos y sus absoluciones.
Os dejo, quien esté libre de pecado que tire la
primera piedra que yo me voy a comerme unas torrijas. Pasadlo bien.
Copyright de la imagen http://pasionensevilla.abcdesevilla.es/actualidad/noticias/la-guia-para-vivir-la-semana-santa-de-sevilla-2014.html
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