martes, 26 de marzo de 2013

Que Dios nos coja confesados




      A juicio de quien esto escribe la Unión Europea para España ha significado, globalmente, más pérdidas que ganancias. Me explico. Es cierto que con los Fondos de Cohesión se han invertido en muchas infraestructuras que hacían falta y han cambiado la fisionomía del país. También es cierto que han provocado que España se tuviera que adaptar a un mercado más competitivo. Pero como todo en esta vida, que nada hay blanco o negro, la UE también tiene una cara B. Un precio que hubo pagar para formar parte de los países de primera. Países a los que nunca se alcanzó.
    Para ello hubo que afrontar varias reconversiones industriales, el sector pesquero, el ganadero y lácteo y el agrícola tuvieron que disminuir sus producciones con las consecuentes subidas de los índices de desempleo y las convulsiones sociales. Todo ello ha contribuido a que la cuarta parte de los ingresos de los agricultores españoles provengan de ayudas de la UE por lo que a su vez se han vuelto menos competitivos al depender de esos subsidios europeos. Y no he hablado del sector del comercio y  el del transporte aéreo. Tampoco de la unión monetaria y la subida de los precios.
     Es decir, no todo ha sido bueno. Es más, cómo decía al principio mi balance es negativo. Y más cuando para corregirlo al Gobierno de Rajoy no se lo ocurre otra cosa que considerar que hay que subir impuestos como el IVA, que claramente afecta más  a las clases humildes y  fomentar la marca España. No sabía que estuviéramos en venta.
  Ya no existen personas, ciudadanos, españoles, con sus capacidades infinitas, sus problemas por resolver, sus necesidades que saciar y sus potenciales negocios producto de sus inquietudes, ya solo existe la marca España, ya todos somos un producto en venta, una parte de ese gran código de barras y tenemos que ponernos en la estantería de ese supermercado global que es Europa. Cualquier cosa para que nos compren. Ahora no existe el individualismo que fomente el empleo con ideas revolucionarias, ya todo va en función de la marca España, y los españoles somos más que una marca.
    Pues bien, a pesar de todo esto, hoy he leído en la prensa  que Japón y la Unión Europea comenzarán en abril los encuentros para negociar para la firma de un tratado de libre comercio (TLC) bilateral, que se espera impulse las exportaciones europeas al país asiático.
    Y yo me pregunto ¿cómo se dice en japonés que Dios nos coja confesados?
Parece ser que es así: 神を取ることを告白しました。

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