viernes, 7 de junio de 2013

Monsanto (y I).




Ya no me sorprende nada, la verdad. La Unión Europea por un lado toma medidas para prohibir parcial y temporalmente los pesticidas que afectan a las abejas – y así  contentar y calmar a los pesados que se preocupan del medio ambiente y sus bichitos – pero  por otro, impulsa una ley que parece redactada por la propia empresa Monsanto (a lo largo de esta entrada se explicará a qué se dedica esta empresa).

En este cuerpo normativo, que se aprobará seguramente, se establecen sanciones para los agricultores que utilicen semillas naturales, como se ha venido haciendo milenios atrás. Todo ello para que no se pueda cultivar en los huertos privados y se tenga que comprar las semillas transgénicas modificadas genéticamente que fabrica la empresa Monsanto. Es decir, para que se las compremos exclusivamente a ellos.

Así, el lunes 6 de mayo de 2013, se presentó una nueva ley ante la Comisión Europea que establece una nueva regulación del cultivo en toda la Comunidad Europea. La “Ley de Material Reproductivo de las Plantas” (vaya eufemismo para evitar la palabra semilla) o la “ley Monsanto” como la llaman otros, regula absolutamente todas las especies vegetales, incluso se establecen mecanismos para regular las futuras especies que nazcan o se “hagan nacer”.

Efectivamente. La multinacional biotecnológica Monsanto, cuyo negocio es comercializar las semillas y cuyo fin es controlar todas las existentes en el mundo y no estoy exagerando, denunció ante los tribunales, entre otros, a un agricultor de Indiana, Vernon Hugh Bowman, por infringir sus patentes sobre las semillas de soja. Según Monsanto el agricultor cometió la desfachatez, y un acto tan vil, como guardar una parte de la cosecha obtenida después de una primera cosecha de semillas transgénicas resistentes a un plaguicida y las volvió a plantar. Es decir, compró y pagó las patentes conforme a derecho, pero con las nuevas semillas que dieron las plantas volvió a cultivar. Pobre incauto, creyó que los frutos de sus plantas eran suyos. El Tribunal Supremo de los EE.UU. falló el 13 de mayo de 2013 a favor de Monsanto.

Visto los antecedentes, los agricultores estadounidenses tienen que firmar un contrato cuando compran semillas a Monsanto en el que se comprometen a no replantar. Esto es lo que se hace actualmente, porque Monsanto o la Microsoft de la Biotecnología, como la llaman en Wall Street, por la revalorización de sus acciones, ya ha abandonado (lo hizo en 1999) la Tecnología Terminator que hacía que las semillas producidas fueran estériles.

La clave de su éxito es, por tanto,  vender las semillas un 25% más caras de lo normal, pero obliga a los agricultores a no guardar nada para el año siguiente. Lo que no planten tienen que devolverlo a la multinacional y lo que sí planten solo les vale ese único año. Así y junto con las autorizaciones que les hace firmar a los agricultores para que se dejen visitar (fiscalizar diría yo) sus graneros por los inspectores de la empresa, esta consiguió multar en 1998 (no he conseguido otro dato más moderno) a 500 agricultores en EE.UU.

Ante el número creciente de críticas recibidas por la empresa, el Vicepresidente Ejecutivo de Monsanto, Daniel Snively, dijo en un comunicado: “El sistema de patentes de EEUU ha desempeñado un papel crucial para incentivar la innovación y estimular el avance de muchas de las industrias vitales para nuestro país” y añadía “Lo que está en juego son algunas de las más   innovadoras investigaciones del planeta, no solo en agricultura, sino también en estudios que van desde las medicinas a las ciencias medioambientales que se basan en un sistema de patentes para hacer su inversión en I+D viable económicamente.”

Lo que realmente sí estaba y está  en juego es lo que sucederá con sistemas que son capaces de replicarse ellos mismos. Las semillas son un ejemplo peculiar porque creíamos ilusos que no podían estar prefabricadas, pero esta defensa de patentes se utiliza en otras tecnologías como cultivos celulares para nuevos fármacos o programas de software que pueden copiarse sencillamente. Por ello, se publicó en el periódico New York Times que el Departamento de Justicia de los EE.UU. apoyaba a Monsanto, cuando suponemos que debía ser imparcial, y que grupos como BSA The Software Alliance (organización creada para promover los objetivos de la industria del Software y que representa a empresas como Apple y Microsoft) sacaron un comunicado diciendo que un fallo contra Monsanto “podría facilitar la piratería de software a gran escala”.  Presión para los jueces del TS americano que acabó decidiendo a favor de la multinacional.

Monsanto argumenta a su favor que se gastan más de cuatro millones de euros diarios en investigación y esto no sería posible sin unas medidas de control de las patentes.

Asimismo, informan que todo lo recaudado con las indemnizaciones obtenidas en los pleitos se dona a la comunidad o para becas para apoyar a la juventud.

Sin embargo, según noticia publica por El País, en un informe de las ONG que trabajan en la India (El Comité Indio de Países Bajos y la ONG Fondo Internacional por los Derechos Laborales, documento “Trabajo infantil en la producción de algodón híbrido en Andhra Pradesh”) se denuncia que más de ochenta mil niños trabajan en horribles condiciones en campos de cultivo de semillas de algodón al servicio de empresas de la zona o de filiales de Monsanto, Bayer y Univeler.

Continuará…




















Copyright de la fotografía http://pijamasurf.com/2011/07/monsanto-evita-servir-en-su-propia-cafeteria-los-alimentos-que-produce/

No hay comentarios:

Publicar un comentario