lunes, 22 de julio de 2013

Los buscadores de rentas y los lobbies.(y II)




(viene de una entrada anterior)





Así las cosas, una de las consecuencias de estos grupos de poder es que originan costes superiores  a los que existirían en los mercados libres y obtienen beneficios mayores de los que obtendrían en sociedades más justas. El fin lógico de estos buscadores de rentas y lobistas es conseguir, cuando pueden, el monopolio de hecho o de derecho. Vemos  un ejemplo de ello en el sistema de concesiones de las Inspecciones Técnicas de Vehículos en Cataluña que ha salido a la luz por el tema de la familia de Jordi Pujol (por no mencionar otras concesiones similares en Andalucía) en las que se les entregaban las concesiones a los amiguetes o a los más influyentes.


En general, los lobbies ubicados en mercados en donde existiera una competencia justa podrían estar dedicando todo el dinero que se gastan en influir en investigación o en contratar más personas. Así conseguirían mejores resultados económicos con productos nuevos en el mercado o más baratos que los ya existentes. Pero para eso es necesario un esfuerzo mayor de los lobistas y es más sencillo influir en el político de turno. Según Alexander Stubb, parlamentario finlandés en Bruselas, ponente del informe sobre lobbies del Parlamento Europeo, en Bruselas hay más de 15.000 lobistas que trabajan para unos 2.500 grupos de presión. No obstante, afirma con una tranquilidad pasmosa que “los lobbies son parte esencial de los eurodiputados, la labor legislativa sería muy pobre sin su contribución.” No miente cuando dice que serían más pobres sin la contribución de los lobbies. Este es un testimonio turbador que demuestra lo estandarizado que resulta en Europa que te presionen o te comisionen por actuar de una manera u otra. Y ante el número mayor de lobistas presionando que eurodiputados pienso ¿quién gobierna en Europa?


No obstante todo lo anterior, los lobbies podrían ser buenos. De hecho, como decíamos, en países como EE.UU. son aceptados abiertamente como parte del sistema económico – político. No tendríamos nada que reprochar aquí en España a estos grupos de presión si cumplieran dos reglas que sí cumplen  en Norteamérica.


Estos principios son la transparencia y la vigilancia de la competencia. Si todos conociéramos cuáles son estos grupos, a qué se dedican, quiénes son sus miembros los miraríamos de otra manera. Pero desgraciadamente si no sabemos ni si quiera quiénes son, difícilmente podremos saber si actúan correctamente o si sus influencias van en detrimento de la competencia leal en el mercado.

Como digo en EEUU están más acostumbrados a ellos. Se regularon por primera vez en 1946. Allí existe un registro de lobbies y tienen la obligación de darse a conocer. Tras esto es relativamente fácil seguir el rastro de sus “donaciones” a los partidos políticos. Desgraciadamente en Europa, y más concretamente en España, donde lo que rige es una partitocracia donde la disciplina de voto puede más que la voluntad de algún dirigente honesto, hace que todo el sistema sea confuso. Los partidos políticos opacan todo lo que pueden las donaciones de las empresas a esos grupos o a fundaciones afines. Tiene que salir un caso Bárcenas o Filesa para enterarnos de algo.


Así, no es de extrañar que muchos políticos pasen a engrosar las filas de las juntas generales de las energías eléctricas (véase por ejemplo Aznar o González o muchos de sus ex ministros) o que, directamente, las empresas “coloquen” en los partidos a gente de su interés ¿podríamos poner como ejemplo al actual Ministro de Defensa Pedro Morenés que salta del sector empresarial armamentístico a la política y viceversa durante toda su trayectoria profesional?


 Para solucionar este problema de los grupos de influencia (o intentarlo), el presidente Rajoy anunció en Febrero que se va a proceder a su regulación. Nada que objetar al respecto. La intención es buena, la ley ya veremos. Pero está claro que es necesario algún control para que estos grupos no se conviertan en pujadores sin nada más que aportar y mucho que ganar y evitar que los políticos adecuen las leyes simplemente al mejor postor.


Es necesario regularlos para que exista transparencia y se sepa quiénes son y cómo actúan. Cuanto más a la sombra más posibilidades que existan grupos poco éticos. Si se conocen todos los que están, se sabrá en qué están interesados y la opinión pública podrá actuar en consecuencia.


Los lobbies existieron y existirán, pero al regularlos habrá un procedimiento para controlarlos, habrá transparencia y, si la regulación se hace en ese sentido, todos los grupos de presión y no solo las grandes empresas (estoy pensando ahora a la unión de ciudadanos) podrán ejercer legalmente sus influencias, al menos así lo espero, en igualdad de condiciones. Así si con un político a la hora de proponer un proyecto de ley, vemos en aras de esa transparencia, que se ha reunido unas cuantas veces con una empresa todopoderosa y que ha evitado reunirse con el grupo de ciudadanos afectados, puede que la opinión pública presione para que se modifique ese proyecto de ley.


Necesitamos una regulación como la tienen el resto de países más avanzados de nuestro entorno. Curiosamente, a los países que peor les va con el tema de la crisis financiera son los que no tiene esa regulación. Estoy hablando de Portugal, Italia, Grecia. ¿Tendrá alguna relación?



Por tanto, es necesario y urgente una regulación que obligue a estos buscadores de rentas o lobbies a actuar con total transparencia, que puedan ser valorados por la opinión pública y evitar de esta manera que nuestros políticos se sientan tentados a legislar según los fajos de billetes que se les acerquen. 





1 comentario:

  1. Me da la impresión que uno de los grandes motivos del deterioro de nuestra democracia y de nuestro estado del bienestar es la presencia e influencia de los lobbies en la vida política. Los ciudadanos sólo contamos para legitimar al poder, pero realmente se legisla para las estas grandes empresas que funcionan presionando y comisionando a los políticos que supuestamente nos representan. Han pervertido el sistema, han llenado de intereses una función que estaba destinada a aquellos que deseaban prestar sus servicios a la sociedad. Tenemos un sistema corrupto que apesta a dinero, influencias, poder, viajes de lujo,etc. En su cara más desagradable este sistema se vuelve más desigual, injusto, manipulador, dictatorial, menos libre, etc. Y curiosamente somos los ciudadanos los que asistimos patidifusos a esta nueva realidad que aún nos resistimos a ver.

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