La Infanta Cristina ha sido
imputada por el juez que instruye el caso Nóos en la causa abierta a su marido
Iñaki Urdangarín. ¡Toma ya! Es la primera vez en la historia que pasa algo
igual.
Todos los españolitos de a
pie, todos los que religiosamente contribuimos con el Fisco con nuestros
impuestos, le pagamos el sueldo a la Infanta. A ella, a toda su enorme familia
y a miles y miles de políticos y cargos públicos. Esto es de perogrullo, lo sé
Pero lo que duele del caso
es que esta señora, cuando viaja al extranjero, nos representa (aunque no
queramos) a todos y cada uno de nosotros, por lo que no solo debería tener la
obligación legal y moral de ser honesta y honrada (siempre que realmente no lo
fuera, pues todavía existe la presunción de inocencia), sino que, como decía
Plutarco, además debe parecerlo.
Vista la situación procesal,
presuntamente se le podría condenar por la comisión de los mismos seis delitos
por los que, también presuntamente, habría cometido su marido. Pues si los condenaran finalmente, tras lo que habría
que ver la pena que se les impondrían,
pareceríamos gilipollas si continuáramos pagándoles para que continuaran
con el tren de vida que hasta ahora estaban llevando. Una vida que muchos
quisieran tener (personalmente, yo no), para que enciman se aprovechen
presuntamente de sus posiciones para realizar tráfico de influencias,
enriquecerse y quién sabe si esconder en paraísos fiscales el dinero.
Una reflexión que me surge
inmediatamente, si a un político que condenan se le inhabilita para su cargo
público para una serie de años ¿a una infanta también se le podría inhabilitar?
Otra cuestión que me
inquieta ¿Por qué la Casa Real y supongo que su máximo representante el Rey
dice que le sorprende la actitud del juez?¿Es una sutil forma de actuar
diciéndole al juzgador que sabemos quién eres y dónde trabajas?
Y otra pregunta ¿qué imagen
se proyecta de España en el extranjero cuando dicha noticia ha corrido como la
pólvora por todos los noticiarios foráneos? Por un lado, que en España existe
cierta “elite”, y ya no me refiero a la Infanta, que aprovechan su situación
pública de poder para sus propios intereses, sin tener los más mínimos atisbos
de moralidad y honradez.
Por otro lado, que la
Justicia actúa independientemente de los linajes sanguíneos y reales.
Al menos algo hemos
aprendido de nuestra historia [1]y
nos hemos civilizado un poco, pues ya no echamos a los reyes y a sus familias a
gorazos de España, ahora les imputamos
judicialmente.
[1] La monarquía y la corrupción
no es nueva en nuestro país. Fernando VII empleó dinero que Gran Bretaña le
había dado para que abandonara el tráfico de esclavos y lo utilizó para comprar
unos buques podridos en Rusia. Isabel II también tuvo turbios negocios con las
concesiones ferroviarias y con contratas y movimientos financieros. Tanto es
así, que Emilio Castelar lo denunció públicamente en su famoso artículo “El
rasgo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario