miércoles, 3 de abril de 2013

Me suena.






      Hoy hace un día maravilloso. Me despierto tranquilo, cuando me lo pide el cuerpo ya que hoy no se trabaja, me aseo, juego con mi perro (un retriever del Labrador de dos meses) y me dispongo a desayunarme leyendo plácidamente las noticias en el portátil. Todo son buenas nuevas. El panorama es de aúpa.

      Los chipriotas se han dado de bruces con que al presidente Anastasiadis, que lleva en el cargo muy poco tiempo, ya le ha dado tiempo de avisar a su consuegro para que sacara del Banco Popular de Chipre y  del país unos milloncejos de nada. Sólo  21. Todo antes de decretar el corralito. Exactamente dos días antes. Luego, la quita sobre los depósitos privados para el resto de ciudadanos, ya que ellos, el presidente y su familia, están por encima del bien y el mal.

      Más cerquita de aquí, en la región catalana concretamente, los hospitales han decidido cobrar a los familiares de los pacientes por el uso de las camas y los butacones, o sillones reclinables como los llaman ellos. Pretenden así buscar nuevas vías de financiación para sobrellevar el recorte decretado por el gobierno de Arturo Mas. Es decir, intentar a base de cobrar por sentarse en un sillón, en el que al cuarto de hora ya estás con la espalda maltrecha, compensar  los recortes. Los más débiles pagando el pato. Me suena.

      Sigo con el oteo del horizonte informativo que está muy animado. El café hace tiempo que se me ha enfriado. Las tostadas con aceite están acojonadas.

      La patronal empresarial, CEOE, indica a las empresas que no suban el sueldo a sus trabajadores más de el 0,06% y el Banco de España, como no, aboga por aprovechar la reforma laboral, ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, y bajar los sueldos de los trabajadores. Claro, como no podía ser de otra forma, quién si no iba a sufrir las consecuencias, los de siempre. Me suena. Después quieren que se consuma.

      Subo a la pérfida Albión. El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, propone (todavía no está aprobado) limitar a seis meses el subsidio de desempleo a los españoles que vayan a las islas a buscarse el pan, a menos que se demuestren una serie de requisitos. Encima que hay que abandonar a las familias, amigos y tu cultura, se nos pone un poquito más alto el escalón para sobrevivir. Los políticos ingleses ayudando. Me suena.

      Visto el panorama informativo, cierro el portátil, recaliento el café, las tostadas las echo a un lado porque son incomibles, y decido no pensar en el futuro por este instante. Retomo la novela de Harlan Coben. Dentro de un rato, cuando pase este momento de tranquilidad mañanero, volveré a preocuparme por el mundo. Carpe diem mientras puedas. 

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