sábado, 25 de mayo de 2013

¿Walt Disney era feo?






Ha salido una noticia en el telediario en la que se informaba que según un estudio, no recuerdo de dónde, los guapos ganan un diez por ciento más aproximadamente que el resto de mortales. Igualmente, se recogía que las rubias ganan el siete por ciento más que las mujeres con el pelo de otro color. También decían algo de los calvos, pero no pude seguir prestando atención porque mi madre me comentó algo y era, no recuerdo qué, seguramente más importante.

No me desvío del tema de los guapos. Para todos es conocido que lo atractivo gusta más y que cualquier cliente se siente más atraído por alguien que le gusta. Solo hay que mirar los telediarios en los que en vez de entrevistas de trabajo hacen castings. Incluso los todopoderosos caza talentos o miembros del los departamentos de Recursos Humanos de las distintas empresas tienden a contratar más fácilmente a  una persona por la que se sientan, inconscientemente o no, atraídos.

Lo han llamado marketing biológico. Qué bonito.

Al mismo tiempo sabemos que la distinción entre unos y otros por la belleza surgió en cuanto que teníamos que “luchar” por reproducirnos y ser los que suministraran nuestros genes a cuantos más mejor. Era la selección natural. Y es lógico que exista como especie.

Pero llevando esa selección al mundo empresarial, me pregunto ¿cuántos “guapos” existen en el mundo en la actualidad? ¿Todas las empresas tienen que estar compuestas por guapos? Para la primera pregunta la respuesta es obvia, por estadística, existen más “no guapos” que guapos. Y para la segunda cuestión, pienso que no todas las empresas tienen que tener sus plantillas repletas de bellezones.

Otra premisa que seguro revolucionará el mundo empresarial y que debo incluir en el libro que algún día escribiré sobre el éxito en las empresas. Idea nº 51: Muchas  compañías atestadas de gente “no guapa” funcionan divinamente.

Pues señores de Recursos Humanos y Jefecillos de poca monta, no sean tan obtusos y no se dejen llevar por las modas o por las curvas y sepan encontrar el valor de las personas que se entrevistan con ustedes, más allá de la cubierta epitelial y su armónica estructura. Que no todo es   sonrisa profindén, tintes rubios, pectorales de granito, siliconas Pirelli y gominas mantecosas. Todo eso resulta artificial. El mundo real es otro.

Dentro de todos existe algo llamado cerebro (si no se lo creen abran el cráneo al que tengan al lado) que es muy feo y rugoso, que curiosamente, es similar, morfológicamente hablando, para todos, pero que, a su vez, es maravilloso por las infinitas posibilidades que posee.

¡Señores encargados de reclutamiento y selección de personal, descubran que tienen los feos por dentro, atrévanse! Den un pasito fuera de sus seguras burbujitas y dejen de babear por el escote que acaba de salir de la entrevista. Hay un mundo por descubrir. Sean valientes, no es tan difícil. Si lo hacen quizás se sorprendan de las múltiples posibilidades que tiene aquel tipo que rebosa de granos, vestido con una corbata con unos tonos más chillones que el propio Big Bang justo en el instante de la explosión.

Posiblemente, ese que acude a la entrevista de trabajo vestido  de tal manera que avergonzaría a  un rapero en pleno Bronx de los años ochenta, sea el próximo Bill Gates o Steve Jobs, o simplemente, les aumente las ventas un 1%, un 10% o un 50% a su empresa.

No sean tan cortos de miras, que está bien contratar gente guapa y no tengo nada en contra de ellos, pero somos más los “normales” que tenemos mucho que aportar porque no estuvimos perdiendo tanto tiempo mirándonos en el espejo.

Por favor, revisen la película de la Bella y la Bestia. Aunque les sea difícil investiguen cuál era  el leit motiv del largometraje. Y si no están muy cansados de descubrir el motivo del film, al mismo tiempo, si pueden claro, y si no luego, pregúntense: ¿Walt Disney  era feo?













Copyright fotografía http://www.seattlegayscene.com/2011/09/walt-disney-salad-tosser.html

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