Ayer retransmitieron por la televisión la
celebración del triunfo del atlético de Madrid en la actual liga de fútbol.
En ella, tras las tonterías de siempre,
justificada por la euforia de sus integrantes
y aficionados, cogió el micrófono el entrenador Cholo Simeone y dijo a
la muchedumbre allí congregada algo muy importante.
Dijo que sin esfuerzo esto (el ganar la liga) sería
imposible y añadió luego: “Una cosa más. Esto no
es solamente una liga: muchachos, mujeres, es algo más importante. Si se cree y
se trabaja, se puede, arriba todos”
Este mensaje tiene una lectura muy simple y muy
olvidada a veces. Entre todos, sin esperar que venga otro a hacer las cosas por
nosotros y con esfuerzos y sacrificio se pueden conseguir cosas que en un
principio se creían imposibles.
Esta es la idea que muchísimos empresarios y
políticos españoles no entienden. El esfuerzo
y el trabajo duro tienen que ser de todos, formando un equipo. Lo que transmite
este entrenador es unidad, esfuerzo y humildad. Poco a poco, partido a partido,
se pueden conseguir grandes metas. Cuando ves que el empresario es el ejemplo y
el que más trabaja, normalmente sus trabajadores están hombro con hombro.
Y en este país no se entienden estas cosas. España
es el país del pelotazo. Y no me refiero al fútbol sino a ganar dinero fácil. Donde
uno se mete a político para ganar dinero fácil y rápido y si puede enchufar a
sus amigos. Y donde ser empresario equivale (para muchos, no digo todos) a que
trabajen otros.
Simeone transmite mucha fuerza, energía, ilusión y
sentido de equipo. Todo lo que dice tiene sentido. Todo lo que un líder político
o empresarial debería transmitir. Ojalá nuestro presidente Rajoy nos hiciera
llegar la mitad de todo eso. Con el cincuenta por ciento me conformaría.
Rajoy ejerciendo de como presidente, negándose a
contestar a los periodistas en las
ruedas de prensa o en los pasillos del Congreso y escondiéndose tras una pantalla de plasma no transmite
ni energía, ni ilusión ni ganas ni
humildad y mucho menos aún sensación de pertenecer a un equipo. Aquí, cuando
vemos que somos los de siempre los que arrimamos el hombro, cuando unos ponen
la energía y otros se llevan los premios
se nos infunda una sensación de desubicación que nos hace desilusionarnos de la
política y abandonar el equipo.
Como país, pensando nuestros políticos en los
números en vez de en las personas, tenemos la sensación que nuestro líder no
sabe a dónde nos dirigimos. Y si lo sabe se abstiene de comunicárnoslo. Ergo algo
malo será cuando no se atreve a participárnoslo.
Como decía ayer Mujica, el Presidente de Uruguay,
en el programa de la Sexta “Salvados”, es necesaria más filosofía en la
política. Más sentido común y más honradez. Es decir, humanización de las
políticas.
Difícil esto cuando los dos grandes partidos
políticos españoles, los únicos con reales capacidades de gobernar, están
metidos de lleno en asuntos de corrupción e intentan legislar para recortar
cada vez más nuestros derechos.
En Uruguay en 2006 había una tasa de pobreza del
30% y en la actualidad bordea el 10%, asimismo, el paro bajó hasta el 6%. Parece
ser que la honradez intelectual y la filosofía en la política que defiende
Mujica tienen resultados positivos.
Aunque, obviamente, no es oro todo lo que reluce
en el país del cono sur más quisiéramos aquí su franqueza.
Es cierto que la política carcelaria, los
problemas internos de su partido, las críticas de la oposición sobre sus normas
sobre la legalización de la marihuana y del matrimonio homosexual que dicen que
son mas de cara a la galería exterior que para resolver verdaderos problemas de los uruguayos y las críticas de estos que
defienden que de los tres temas que realmente les importan, esto es educación,
seguridad y medio ambiente, poco se ha avanzado, han ocasionado que su
popularidad se vea afectada, sobre todo en su propio país.
No obstante esto y sabiendo que todo presidente se
desgasta, que no cumple al cien por cien lo prometido y que no puede contentar
a todo el mundo, mejor nos iría si tuviéramos en España presidentes del
gobierno (o me conformaría, visto el panorama, con los de una comunidad de
vecinos) que tuvieran los mismos principios que Simeone o Mujica. Honradez y
esfuerzo, sentido de equipo y humanización, humildad y energía, ilusión y filosofía,
principios que hacen ver que la política están al servicio del ser humano y no
al revés.
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