No es usual en este blog distanciarme de los temas
políticos, sociales o jurídicos. Así lo creé y así ha sido. Al menos hasta
ahora. Pero hoy quiero hacer una entrada sobre unos libros, mejor dicho, sobre
el autor de unos libros. Por aquello del verano y aprovechando teorías pisuerguistas, haremos una excepción.
No voy a hablaros sobre libros sesudos para ser
más profundos ni tochos infumables para ser más cultos y poder soltar grandilocuentes frases e
impresionar a los comensales. Tampoco voy a hablar de libros de la actualidad
política de perspicaces periodistas, sino de libros de distracción y ficción.
Harlan Coben es un autor de libros de misterio.
También los llaman de novela negra, aunque no es lo mismo. Son libros perfectos para pasar el rato en un
tren o matar el tiempo en un autobús.
Son libros de aeropuertos y de playa. Pero también son algo más.
Los libros de Coben, sobre todo en la serie de
Myron Bolitar, un representante de deportistas que hace de investigador, son
libros sobre la vida misma. Los protagonistas son personas normales, como tú y
como yo, que tienen sus miedos, sus frustraciones y sus contradicciones. Es ese
uno de los motivos por los que te identificas rápidamente con el personaje.
El protagonista, Myron, como el propio autor, fue
jugador de baloncesto. Fue contratado por los Boston Celtics y se lesionó
fatalmente justo antes de debutar. En cada libro Harlan nos acerca a un deporte
distinto para diseccionarlo como se hace con una rana en un laboratorio,
haciéndonos ver sus entrañas y sus miserias. Nos demuestra, muy a su pesar, que
los negocios están por encima de los deportes y que para llegar ahí, muchos se
han quedado, fracasados, en el camino.
Los personajes están alejados de los tópicos de
otras novelas de misterio. No son rancios investigadores conservados en alcohol
y que triunfan con las mujeres bellas con solo levantarles una ceja. El
protagonista de esta serie, por ejemplo, a lo largo de los diez libros, ha
tenido varias novias. Con todas ellas quiso hacer lo correcto, pero no siempre
tuvo éxito. Una de ellas, por ejemplo, es insultada cada vez que sale en una
conversación por su compañera en la empresa de representación, una exluchadora latina llamada en el ring como
“Pequeña Pocahontas”, por lo mucho que hizo sufrir a Myron. Y la última,
incluso es cuestionada por su inseparable amigo, Win, por no estar tan buena
como debería. Situaciones que te puedes encontrar en la vida real.
Myron, el protagonista, es un hombre actual, a pesar
de que, o precisamente también por ello, ha vivido con sus padres hasta los 31
años. Maneja las redes sociales, el correo electrónico, le gusta el café de
Starbucks, y se pirra por el batido de chocolate Yoo-Hoo. Le encanta zapear por
los canales de TV cuando no está con su amigo revisionando antiguas series de
TV, como Batman, Bonanza y otras.
Los libros se la serie Myron Bolitar te cuentan
como ante una pelea contra varios contrincantes lo más sensato es salir
corriendo, o que si el puño te va a alcanzar
la cara es mejor girarla y que te golpeen dos dedos en vez de toda la mano.
También te cuentan cómo se siente el luchador, una persona normal, antes del
inicio de una pelea, con el temblor de piernas, la boca seca y el hueco en el
estómago.
Los personajes se mueven siempre en zonas grises,
en tramas no muy enmarañadas (a veces es de agradecer), pero siempre
sorprendentes. Ya sea analizando el caso o pensando en sus padres, las
contradicciones y las dudas que acechan al protagonista son reales y universales.
Cualquiera nos podemos ver reflejados en esos pensamientos.
La acción y los diálogos son muy directos y
vertiginosos. El autor prefiere contarte qué hacen a describir cómo lo hacen.
El humor es un factor muy importante en todos los libros, pero especialmente en
las charlas entre los amigos. Les sirve de contrapunto para las situaciones en
las que se mueven. Descargan la adrenalina y el lector las recuerda luego
sonriendo.
Las
conversaciones son muy reales, rápidas y llenas de jergas (algunas tan actuales
y de la calle que cuando las leí en inglés mi diccionario e Internet no las conocían)
y cuando Myron se pone nervioso suelta
chistes malos que enervan a sus adversarios.
Te puedes
leer 200 páginas sin darte cuenta y maldices al autor porque ese día tenías
previsto hacer otras cosas a parte de leer. Te ríes con las comparaciones que utiliza
ya que parecen más chistes traídos a la trama que auténticas descripciones y te
emocionas con los sentimientos que te transmiten algunos personajes.
En fin, libros que enganchan y son para algo más que para esperar un avión,
que te dejan un buen regusto cuando los dejas y sirven para lo que fueron
creados, para abandonarte en un mundo malvado
lleno de secuestros, asesinatos y chantajes, pero también de amor, risas,
amistad y, sobre todo, complejidades, en el que si miras para los lados, lo reconoces
perfectamente como el tuyo propio.
Copyright de la fotografía http://www.thrillerwriters.org/thrillerfest/attending-itw-members.html
Hace unos días escechaba en una tertulia radiofónica que las novelas negras habían descrito siempre, como ningún género literario, los basureros sociales de cada tiempo. Supongo que en esta novela también es así. Con tan buena recomendación tendremos que leernos alguna. Gracias por inspirarnos el verano de lecturas placenteras!
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