No sabemos si lo
que está sucediendo en Turquía es el comienzo de otra Primavera Árabe.
Desconocemos sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. Pero lo que sí sabemos son dos cosas.
Primera, que
dado el estado en el que se encuentran los ciudadanos, al límite de capacidad
de aguante por las nefastas actuaciones de sus políticos, cualquier cosa, por
insignificante que pudiera parecer, en este caso la construcción de un centro
comercial, puede ser la chispa que inicie una revuelta popular. Estos
movimientos se saben cómo empiezan, pero se ignora cómo terminan. Como mínimo debería
dimitir algún político y echar para atrás la
medida. Si tienen éxito, puede que dimita todo un gobierno. Por ahora el
gobierno turco no da su brazo a torcer con las consecuencias que eso puede
traer, véase Siria, Libia, Egipto, por ejemplo.
Y segundo, que
todavía la población tiene capacidad de reacción ante las injusticias cometidas
por los que están en el poder. Los ciudadanos, normalmente apáticos, han
reaccionado ante lo que creen injusto y que les perjudica. Y ante la nula
empatía de los que gobiernan con el ciudadano medio se provoca que la población comience los levantamientos.
Ignoro si en
España sucederá algo parecido. No sé si la gente tiene capacidad o ganas de
reaccionar ante tanto recortes y tanto desempleo. Pero el Sr. Rajoy y muchos
otros políticos, como Griñán a nivel andaluz, deberían estar vigilantes ya que
cada vez la gente está más harta de ellos. En cualquier momento puede surgir
esa chispa que haga saltar por los aires nuestra tranquila sociedad de fines de
semanas en los Centros Comerciales. Todo pende de un fino hilo y cualquier gota
puede hacer que colme el vaso y algunos se mojen.
Por ahora, por tercer
mes consecutivo, ha bajado el número de desempleados y en el mes de mayo de
forma notable. Incluso se ha incrementado el número de afiliados a la seguridad
social en más de ciento treinta mil personas. Esto hace que la cuerda se destense un poco,
aunque sean contratos temporales sólo para verano.
Me parece genial
y me congratulo por esos noventa y pico mil trabajadores que han vuelto a
sentirse útiles. Habría que ver cómo son esos contratos (temporales,
indefinidos, o parciales), cuánto están pagados (según convenio, salario mínimo
interprofesional, o lo que quieran) y sus condiciones específicas (si están
echando más horas que un chino o si no le pagan todo lo que trabajan). Como
digo, esto le da a Rajoy un margen de tiempo, aunque sean contratos precarios
que pasado el verano se terminen.
Pero este deberá también seguir vigilando de reojo al resto de políticos, a las instituciones y a las
empresas que pueden hacer que esa cuerda se vuelva a tensar definitivamente. No
les puede dejar desmelenarse aprovechando las reformas, si no los recortes y sus consecuencias
habrán sido en vano.
Hay mucha gente
que lo está pasando muy mal y cada vez tienen menos que perder. Si pasa mucho
tiempo sin que esas personas tengan de nuevo un trabajo o motivación para
continuar, poco les importará ponerse delante de unos policías o unos políticos
y cualquiera sabe qué cosa más podrán hacer. Lo dicho, se sabe como empiezan
estas situaciones, pero nunca como terminan.
Copyright de la fotografía http://www.publimetro.com.mx/noticias/fotos-mujeres-de-rojo-y-negro-simbolos-de-la-protesta-en-turquia/mmfe!cxQWMcOpl3Fm2/
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsta es la cuestión, cuando se toma conciencia de que no hay nada que perder, el derecho legítimo a iniciar la rebelión está cerca. El derecho al levantamiento ante situaciones de evidente injusticia está recogido en los derechos fundamentales de la ONU... ¿Nos los cambiarán para dar adecuada respuesta al nuevo orden social que nos ha llegado para quedarse? Parece que el pabilo se ha prendido en Turquía... superada la barrera de la indignación se desvanece el miedo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Raquel, cuando no hay nada que perder no hay nada que temer. Y cuando no se tiene miedo ni nada que perder el que se te ponga delante, sea policía o político, te da igual
ResponderEliminarY, al menos, que nos quede el derecho al pataleo.
ResponderEliminar