(Viene de una entrada anterior)
Con la victoria electoral de los tories en
Inglaterra y su decisión de acabar con la guerra lo antes posible, pues
consideraban que una unión de España y Austria era peor que la unión con
Francia, Inglaterra y los demás países empezaron la negociación de la Paz de
Utrecht, como siempre, a espaldas de España. Londres pasó a reconocer a Felipe
V como rey de España a cambio de las invadidas Menorca, Gibraltar y ventajas
comerciales en Hispanoamérica. Las conversaciones se iniciaron en 1712 y España
no fue invitada a las mismas. Me suena.
Mientras tanto, Carlos III abandonó Barcelona para
hacerse cargo del Imperio de su abuelo tras la repentina muerte de su hermano y
dejó a su esposa Isabel Cristina como regente y en garantía de que no
renunciaba al trono.
El 11 de abril de 1713 se firmó el tratado de
Utrecht y se repartieron España entre los distintos contendientes. Todos recibieron
algo, salvo el Sacro Imperio Romano Germánico del ya Carlos VI, que hasta que
no renunciara al trono español no se harían efectivas las cesiones concedidas.
En la negociación del tratado, Ana de Inglaterra pretendió que se atendiera al
caso de los catalanes. Felipe V se negó, pero prometió una amnistía general.
Los ingleses no insistieron puesto que tenían prisas en que se firmara un
tratado tan ventajoso para ellos. La Pérfida
Albión fue la gran vencedora ya que se le otorgaron estratégicas plazas
coloniales y puertos marítimos que fueron la base de su incipiente imperio.
Austria, presionada por las urgencias inglesas, accedió a firmar el Tratado y
procedió a la evacuación de las tropas en Cataluña. En la firma de Utrecht se
concedió a los catalanes una amnistía general y que tendrían los mismos
derechos que los súbditos castellanos.
El Tratado de Baden supuso el abandono definitivo
de Carlos VI de Cataluña, pero Barcelona
continuaba insurrecta. Por ello, se le asedió de nuevo hasta el 11 de
septiembre de 1714 en la que se ordenó su asalto.
Antes del citado asalto y en un último intento de
llamar a los ciudadanos de Barcelona a su defensa se publicó un bando en el que
se decía que la Ciudad Condal “era el
último baluarte de las antiguas libertades de la Península”. Una afirmación
nada nacionalista como se ve. Asimismo, otra institución catalana, en idéntico
sentido, decía que debido a las personas que están “impidiendo que los enemigos se internen en la ciudad, en la que hoy
reside la libertad de todo el Principado y de toda España (…) acudirán a los
lugares señalados a fin de derramar
gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria,
y por la libertad en toda España”. Finalmente, Barcelona y las otras plazas
cayeron.
Así, en la Diada, que significa el “día”, se
conmemora una derrota. Es como si los catalanes de ahora, no los de después de
la guerra de la sucesión, no aceptaran la derrota. Como si para ellos no
hubiera acabado dicha guerra y continuaran con el enfrentamiento, celebrándolo
cada año, aunque ahora tan solo a nivel político. De esta forma, después de más
de doscientos años, continúan con una realidad política que no existe, pues
fueron vencidos a principios del siglo XVIII, y como tantos otros vieron
cambiadas sus leyes. Pero es que tampoco fue, como pretenden hacernos ver, una
guerra de España contra Cataluña. Fue una guerra auspiciada por la voracidad de
potencias europeas en territorio español, y también, como hemos dicho, fue la
Primera Guerra Civil (sin no contamos la Reconquista como otra guerra civil)
entre unos españoles que estaban de acuerdo con una línea dinástica por
intereses de poder y otros que optaban por otros intereses propios. El día de
la patria catalana, es el día de una derrota española en la que unos españoles
impusieron sus políticas a los otros.
En fin, españoles contra españoles que querían que
su candidato se impusiera al resto de España. Lo mismo, pero diferente.
Y ahora, Artur
Mas y sus aliados políticos, quieren seguir peleando lo que se terminó (y
perdieron) hace más de dos siglos, distorsionando la historia, intentando
parecer víctimas y resurgiendo
hostilidades - olvidadas y superadas por casi todos - con tal de continuar
ellos viviendo de la sopa boba y ocupando esferas de poder. Son capaces de
cualquier cosa, con tal de ostentar cargos que le enriquezcan sus egos y sus
bolsillos. A costa de lo que sea. Aunque sea resucitar otra guerra. Mal nos va.
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