(Viene de una entrada anterior)
Felipe de Anjou, pues, llegó a Madrid el 17 de
febrero de 1701 y fue ungido en Toledo como Felipe V, rey de España. Las Cortes
de Castilla lo proclamaron como rey y luego juró los fueros de Aragón, reino al
que pertenecía Cataluña.
Su abuelo Luis XIV, que mandaba de facto en España
debido a la influencia que tenía sobre su nieto, tenía como único interés el
comercio con las Indias Occidentales y las riquezas que producían. Así los
puertos de la América española fueron pacíficamente invadidos por buques franceses.
Pero la medida que tuvo mayor trascendencia fue la concesión del Asiento de
Negros (el monopolio de la trata de esclavos con América) a la “Compagnie de Guinée”, de la que Luis
XIV y Felipe V, tenían el 50% de las acciones. Según historiadores y contemporáneos
de Inglaterra y Holanda, este fue el detonante de la Guerra de la Sucesión.
Estando así las cosas, Inglaterra y Holanda
firmaron un acuerdo (Tratado de La Haya, 1701) para realizar acciones conjuntas
contra Francia y dieron su apoyo, ya
puestos y por fastidiar, a las aspiraciones al trono al segundo hijo del
Emperador Leopoldo I. Se formó una
coalición anti-borbónica. Este pacto, que fue conocido como la Gran Alianza,
unió a los países mencionados junto con Prusia, reino de Portugal y el Ducado
de Saboya.
La guerra, pues, se inició en las fronteras del
reino francés junto con los países de la Gran Alianza para luego trasladarse
dentro de las fronteras españolas. Aquí, se convirtió en una auténtica guerra
civil española, la primera, entre el reino de Aragón partidario del Archiduque
Carlos que pretendía una nación más transversal y la Corona de Castilla que
aceptó como Rey a Felipe, que era partidario de un sistema absolutista.
En plena guerra, Sir George Rooke y Jorge de
Darmstadt llevaron a cabo un desembarco en Barcelona para fomentar la rebelión
austracista. Dicha empresa fue un fracaso puesto que a pesar de sus simpatías
por el candidato germánico no se produjo ninguna rebelión por parte de la
población. Como consecuencia de esta acción, el virrey en Cataluña, Francisco
Antonio Fernández de Velasco y Tovar, liberó una represión contra las
instituciones catalanas por las que fueron suprimidas.
A su vez, la reina Ana de Inglaterra, nombró a un
comerciante de aguardiente afincado en Cataluña, Mitford Crowe, como
comisionado suyo para “contratar una
alianza entre nosotros y el principado y cualquier otra provincia española”.
Al no poder contactar con las instituciones catalanas, Crowe, se puso en
contacto con el grupo vigatans para
que firmaran una alianza anglocatalana.
Los vigatans
cumplieron su parte del pacto y extendieron la rebelión por todo el principado,
salvo Barcelona, y el candidato Carlos desembarcó en Lisboa rumbo a Cataluña.
En agosto de 1705 llegó una flota aliada a Barcelona y la sitió. El 9 de
octubre capituló la ciudad y el 22 entraba el Archiduque Carlos en Barcelona
jurando como Conde de Barcelona y pretendiendo ser el rey Carlos III de España.
Así comenzó un nuevo asedio a varias comarcas de
Cataluña pero esta vez por Felipe V. Es decir, por el bando contrario.
Al mismo tiempo y debido a la crítica situación
del erario francés el rey Luis XIV pretendió negociar el final de la guerra.
Ante la negativa del nieto de abandonar su nuevo reino, Luis XIV, mandó a sus
tropas que fueran abandonando el territorio español y se concentró en defender
sus amenazadas fronteras del norte. Esto hizo que Felipe V rompiera con su abuelo,
haciendo que España fuera, otra vez, independiente de Francia. También rompió con
el Papado que lejos de meterse en política apoyaba animosamente al pretendiente
Carlos.
Carlos III fue ganando terreno por Cataluña y
Aragón y pretendió entrar en Madrid. Lo consiguió en dos ocasiones. Tras varias
batallas exitosas para el Archiduque, los triunfos borbónicos de Brihuega y
Villaviciosa hicieron que la tortilla se volviera de cara del rey Felipe V.
(Continúa en una próxima entrada)
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